El Rosario s una forma de oración vocal y mental sobre los misterios de nuestra redención dividida entre veinte décadas. El rezo de cada década esta acompañado por meditación es uno de los veinte eventos o "Misterios".
El Rosario para PabloVI
El Rosario considera en armónica sucesión los principales acontecimientos salvíficos que se cumplieron en Cristo.
Sin la contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en repetición mecánica de formulas.
Con el piadoso afecto de la contemplación, el Rosario evoca en la mente de quien ora los misterios de Cristo y estimula su voluntad para sacar de ellos normas de vida. El Rosario debe ser considerado como una de las mejores y mas eficaces oraciones comunitarias que la familia cristiana esta invitada a rezar. (Exhortación apostólica sobre el culto a la Ssma. Virgen María.
Origen Celestial del Rosario
El Santo Rosario es un regalo del cielo, no es algo inventado por los hombres.
El rezo del Rosario surge en el siglo XIII, en Francia, cuando se extendía la herejía de los Albigenses la cual negaba la maternidad divina de María y, por lo tanto, su maternidad espiritual sobre nosotros. En ese momento María, apareciéndose a santo Domingo de Guzmán, que tanto rezaba y trabajaba por vencer esta herejía, le revelo que propagara la devoción del Santo Rosario, inspirándole al mismo tiempo como debía rezarse.
Esta devoción arraigo profundamente entre los cristianos, hasta convertirse en una de las principales oraciones. De este modo, la herejía de los Albigenses quedo aplastada por María, la develadora de las herejías de todos los tiempos, cumpliéndose la profecía del Génesis: "Una mujer aplastara tu cabeza"; y realizándose lo que tanto aconsejaría María en Fátima y en San Nicolás: la devoción al Rosario y a su Inmaculado Corazón.
Junto al Corazón de María meditemos su Rosario
Como rezamos el Rosario
1. Nos persignamos
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Senor Dios Nuestro.
2. Nos santiguamos
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
3. Acto de Contrición
Pésame Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho mas me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan grande y tan bueno como vos. Antes querría haber muerto que haberte ofendido. Propongo firmemente no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amen.
4. Se anuncia el misterio correspondiente al día
5. Se reza el Padre Nuestro
Padre nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amen.
6. Se rezan 10 Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia. El Señor es contigo, bendita Tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
7. Se reza el Gloria al Padre
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amen.
8. Después del Gloria al Padre
Luego de cada misterio se aconseja rezar la jacultoria de Fátima como ella misma lo pidió : "Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, preservamos del fuego del infierno; lleva al cielo todas las almas, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia". Amen.
9. Se anuncia un nuevo misterio
Se repite todo lo anterior...
10. Después del Santo Rosario se reza un Salve al Corazón de María
Dios te salve Reina y Madre de piedad y misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lagrimas.
Ea, pues Señora Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús. Fruto bendito de tu vientre. Oh Clementisima, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amen.
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