viernes, 17 de abril de 2015

Promesas de La Biblia.
Edición Católica.

2 Corintios 5:17-20
El que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo. Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación. Es decir que, en Cristo, Dios estaba reconciliando consigo mismo al mundo, sin tomar en cuenta los pecados de los hombre; y a nosotros nos encargó que diéramos a conocer este mensaje. Así que somos embajadores de Cristo, lo cuál es como si Dios mismo les rogara a usted por medio de nosotros. Así pues, en el nombre de Cristo les rogamos que acepten el reconciliarse con Dios.

Efesios 2:13-18
Unidos a Cristo Jesús por la sangre que Él derramó, ustedes que antes estaban lejos están cerca. Cristo es nuestra paz. Él hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, destruyó el muro que los separaba y anuló en su propio cuerpo la enemistad que existía. Puso fin a la ley que consistía en mandatos y reglamentos, y en sí mismo creó de las dos partes un solo hombre nuevo. Así hizo la paz. Él puso fin, en sí mismo, a la enemistad que existía entre los dos pueblos, y con su muerte en la cruz los reconcilió con Dios, haciendo de ellos un solo pueblo. Cristo vino a traer buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes que estaban lejos de Dios como a los que estaban cerca. Pues por medio de Cristo, los unos y los otros podemos acercarnos al Padre por un mismo Espíritu.

Jesus dijo que su Iglesia sería "la luz del mundo".

Por la señal de la Santa Cruz+ de nuestros enemigos+ libranos Señor Dios nuestro+
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo+ Amén.

PADRE NUESTRO
Padre Nuestro que estas en el Cielo. Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros, perdonamos a los que  nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del maligno. Amén.

AVE MARIA
Dios te Salve María, llena eres de Gracia, Él Señor es contigo, Bendita eres entre todas la mujeres, y Bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espiritú Santo, como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

ACTO DE CONTRICCIÓN
Oh Dios mío! De todo corazón, me pesa haberte ofendido. Aborrezco todos mis pecados por el miedo de perder el Cielo y merecer el infierno; pero más me pesa haberte ofendido, porque eres infinitamente bueno y digno de ser amado.
Firmemente resuelvo, con la ayuda de tu Gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia, y enmedar mi vida. Amén.